Las Previsiones de Primavera de la Comisión Europea dibujan un panorama desolador: la recesión continuará asolando la zona euro durante 2013 y solo en 2014 observaríamos crecimiento positivo, si bien tan anémico que apenas se transformará en leves caídas en el nivel de paro. El caso de España es sin duda más alarmante. En 2013 se agravará la recesión y en 2014 no conseguiremos crecer por encima del 1%. Toda la Europa del Sur, de manera muy particular Grecia, se ahoga en la recesión y el desempleo. Como en una pesadilla, semestre tras semestre postergamos la salida de la crisis al semestre siguiente. "El crecimiento está a la vuelta de la esquina" nos dicen, pero esa esquina no parece tener fin.
El sur de Europa se enfrenta a un futuro de crecimiento débil en los próximos lustros, un estancamiento derivado de las altas tasas de desempleo, una deuda privada en niveles insostenibles, un ulterior deterioro de los balances bancarios y un canal de crédito disfuncional.
Los datos que proporciona la Comisión Europea no dejan lugar a dudas. La deuda privada es uno de los principales desequilibrios a los que se enfrenta la economía española. Durante la década que siguió a la introducción de España en el Euro, el flujo de crédito al sector privado fue de tal magnitud que el stock de deuda privada alcanzó el 227% del PIB en el año 2010. Al finalizar 2012 solo se había reducido hasta el 213% del PIB. Esta enorme carga nos fuerza a un desapalancamiento que repercute negativamente en la demanda doméstica y en el crecimiento económico.
Todo lo que está vivo se mueve hoy. Existen numerosos grupos formando plataformas –con o sin partido adjunto- para activarse en política y poner remedio al caos que vivimos. Imaginemos que en la mayoría es ésa la intención. Los únicos que no parecen enterarse en toda su profundidad de lo que sucede son las grandes formaciones tradicionales, pese a que ellas también registran sacudidas, en algunos casos se diría que solo son estertores. Todo empieza a recordar a la Transición aunque en circunstancias tan distintas que no cabe aplicar ni los mismos métodos, ni siquiera la denominación.
Más de setenta candidaturas se presentaron a las elecciones del 15 de Junio de 1977, las primeras en 41 años desde las celebradas en la República. De ellas obtuvieron representación 12 y apenas la mitad consiguió capacidad de maniobra. La crisis, tan desastrosamente conducida por la UE -junto a las peculiaridades de España-, ha puesto en cuestión la política tal como la hemos conocido, al punto de pensar que “No nos representan”. El 15M decantó ese sentimiento, esa razón.
Europa muestra similar rechazo, revitalizando fascismos o buscando salidas aglutinadoras de la izquierda social como la Syriza griega. “No mojarse” y no tener peso ni programa lleva al batacazo en la siguiente confrontación electoral como le ha sucedido al grupo de Beppe Grillo en Italia. Se busca efectividad. El momento es crítico.
Hubo momentos estelares en estas décadas de restauración democrática, el golpe del 23-F y el “pacto del capó”, el final de la época de González, la segunda legislatura de Aznar entera, la caída de la crisis aplastando a Zapatero y a todo el país... Este año y pico de Gobierno de Rajoy ya es uno de esos momentos estelares.
Sólo faltaban los endemoniados de Rouco para completar la estampa de una “corte de los milagros”. Una corte castiza decimonónica con estética de puro en los toros, mantilla y peineta cordobesa (introducida en la corte por Isabel II), “españolizar” niños, aulas públicas pero católicas, homenajes a la División Azul, dar brillo al Valle de los Caídos, TVE recomendándonos rezar para encontrar trabajo... La monja ladrona de niños, qué personaje de siniestro cuento infantil, no desentona nada en todo esto. Cualquier cosa que se les ocurra es posible en esta época de asombros con la derecha española fuera de quicio, imaginen si finalmente llega a abrirse el megacasino de Eurovegas, con tanto juego y prostitución se multilplicará el número de endemoniados.
Pero me parece que no se lo creen, al menos no todos. Sin duda, hay personas que tienen esas creencias, pero junto a ellas hay que poner a quienes las ostentan simplemente por puro cálculo político, sin que tenga relación con sus vidas personales. Ese debe de ser el caso de un ministro como Alberto Ruiz Gallardón, recortando el derecho de las mujeres a la interrupción del embarazo o de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, con mantillas cual virtuosas damas católicas.
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