enlace directo.
El funcionamiento de las sociedades humanas es posible gracias a la comunicación. Esta consiste en el intercambio de mensajes entre los individuos.
Desde un punto de vista técnico se entiende por comunicación el hecho que un determinado mensaje originado en el punto A llegue a otro punto determinado B, distante del anterior en el espacio o en el tiempo. La comunicación implica la transmisión de una determinada información. La información como la comunicación supone un proceso; los elementos que aparecen en el mismo son:
Código.
El código es un sistema de signos y reglas para combinarlos, que por un lado es arbitrario y por otra parte debe de estar organizado de antemano.
El proceso de comunicación que emplea ese código precisa de un canal para la transmisión de las señales.
El Canal sería el medio físico a través del cual se transmite la comunicación.
El aire en el caso de la voz y las ondas
Hertzianas en el caso de la televisión.
En tercer lugar debemos considerar el Emisor. Es la persona que se encarga de transmitir el mensaje. Esta persona elije y selecciona los signos que le convienen, es decir, realiza un proceso de codificación; codifica el mensaje.
El Receptor será aquella persona a quien va dirigida la comunicación; realiza un proceso inverso al del emisor, ya que descifra e interpreta los signos elegidos por el emisor; es decir, descodifica el mensaje.
Naturalmente tiene que haber algo que comunicar, un contenido y un proceso que con sus aspectos previos y sus consecuencias motive el Mensaje.
Las circunstancias que rodean un hecho de comunicación se denominan Contexto situacional (situación), es el contexto en que se transmite el mensaje y que contribuye a su significado.
Ej: Un semáforo en medio de una playa no
Emite ningún mensaje porque le falta contexto.
La consideración del contexto situacional del mensaje es siempre necesario para su adecuada descodificación.
En el esquema clásico de Jakobson aparece el referente que es la base de toda comunicación; aquello a lo que se refiere el mensaje; la realidad objetiva.
Todos estos elementos que forman el esquema de la comunicación tienden a conseguir la eficacia de la información. Ésta se fundamenta en una relación inversa entre la extensión de la unidad de comunicación y la probabilidad de aparición en el discurso.
{ + } Extensión de la unidad comunicativa à { - } Probabilidad de aparición.
{ -} Extensión de la unidad comunicativa à { +} Probabilidad de aparición.
Este principio general de la teoría informativa se manifiesta en el hecho empíricamente demostrado o observado que las palabras o frases tienden a cortarse; tendemos siempre a una economía del lenguaje. Así un conferenciante que habla extensamente y nos va diciendo lo que ya sabemos lo tintamos de "rollo", ya que en este caso la relación no es inversa sino directa: mucha extensión, mucha probabilidad.
- RUIDO Y REDUNDANCIA.
Se denomina ruido a cualquier perturbación experimentada por la señal en el proceso de comunicación, es decir, a cualquier factor que le dificulte o le impida el afectar a cualquiera de sus elementos. Las distorsiones del sonido en la conversación, en radio, televisión o por teléfono son ruido, pero también es ruido la distorsión de la imagen de la televisión, la alteración de la escritura en un viaje, la afonía del hablante, la sordera del oyente, la ortografía defectuosa, la distracción del receptor, el alumno que no atiende aunque este en silencio...
Para evitar o paliar la inevitable presencia del ruido en la comunicación es habitual introducir cierta proporción de redundancia en la codificación del mensaje.
La redundancia en el código del mensaje consiste en un desequilibrio entre el contenido informativo y la cantidad de distinciones requeridas para identificar.
+ Mensaje à - Información
La redundancia es la parte del mensaje que podría omitirse sin que se produzca pérdida de información. Cualquier sistema de comunicación introduce algún grado de redundancia, para asegurar que no hay pérdida de información esencial, o sea para asegurar la perfecta recepción del mensaje.
Ejemplo: Los niños altos.
Plural masculino
La redundancia libremente introducida por el emisor puede revestir las más diversas formas.
Ejemplo:. De redundancia: Elevar la voz, el subrayado, el uso de Mayúsculas,..
.
LA SEMIÓTICA.
La semiótica o semiología es la ciencia que trata de los sistemas de comunicación dentro de las sociedades humanas.
Saussure fue el primero que hablo de la semiología y la define como: "Una ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social"; añade inmediatamente: "Ella nos enseñará en que consisten los signos y cuales son las leyes que lo gobiernan...".
El americano Peirce (considerado el creador de la semiótica) concibe igualmente una teoría general de los signos que llama semiótica. Ambos nombres basados en el griego "Semenion" (significa signo) se emplean hoy como prácticamente sinónimos.
En la semiótica se dan corrientes muy diversas y a veces muy dispares por lo que más que una ciencia puede considerarse un conjunto de aportaciones por la ausencia del signo y el análisis del funcionamiento de códigos completos.
De semiótica se ha ocupado entre otros, Prieto, Barthes, Umberto Eco,... A estos últimos se debe la aplicación del concepto de signos a todos los hechos significativos de la sociedad humana.
Ejemplo es: La moda, las costumbres, los espectáculos, los ritos y ceremonias,
Los objetos de uso cotidiano,...
El concepto de signo y sus implicaciones filosóficas, la naturaleza y clases de signos, el análisis de códigos completos... Son objetos de estudio de la semiótica o semiología.
Hoy la investigación llamada la semiología, por quienes prefieren lo europeo o semiótica, por quienes prefieren lo americano, se centra en el estudio de la naturaleza de los sistemas autónomos de comunicación, y en el lugar de la misma semiología ocupa en el saber humano.
Saussure insiste en que la lingüística es una parte de la semiología, ya que esta abarca también el estudio de los sistemas de signos no lingüísticos. Se cae a menudo en el error de considerar equivalentes lenguaje y semiología, y nada más alejado de la realidad; El lenguaje es semiología, pero no toda la semiología es lenguaje.
Si Saussure opina esto, ahora bien según Barthes no es en absoluto cierto que en la vida social de nuestro tiempo existan, fuera del lenguaje humano, sistemas de signos de cierta amplitud. Objetos, imágenes, comportamientos, pueden en efecto significar pero nunca de un modo autónomo. Todo sistema semiológico tiene que ver con el lenguaje. Parece cada vez más difícil concebir un sistema de imágenes o objetos cuyos significados puedan existir fuera del lenguaje: Para percibir lo que una sustancia significa necesariamente hay que recurrir al trabajo de articulación llevado a cabo por la lengua. Así el semiólogo, aunque en un principio trabaje sobre sustancias no lingüísticas, encontrará antes o después el lenguaje en su camino. No solo a guisa de modelo sino también a título de componente de elemento mediador o de significado. Hay pues que admitir la posibilidad de invertir la afirmación de Saussure: La lingüística no es una parte, aunque sea privilegiada, de la semiología, sino, por el contrario, la semiología es una parte de la lingüística
El fundador de la semiótica, Peirce estableció diversas calificaciones de signo, entre las cuales esta la basada en el tipo de vínculo que une al signo con su referente. Y así distingue:
Indices (indicios:
. Son signos que tienen conexión física real con el referente, es decir, con el objeto al que remiten; la conexión puede consistir en la proximidad, la relación causa efecto o en cualquier tipo o conexión. Son índices los signos que señalan un objeto presente o la dirección en que se encuentran (una flecha indicativa, un dedo señalando algo...); Los signos que rotulan a los objetos designado en otro código (el título escrito debajo de un cuadro, un pie de foto...); Los signos naturales producidos por objetos o seres vivos también son índices (la huella de unas pisadas, el humo como indicativo de fuego, el cerco de un vaso, la palidez de una persona...).
Iconos:
Son signos que tienen semejanza de algún tipo con el referente. La semejanza puede consistir en un parecido en la forma o afectar a cualquier cualidad o propiedad del objeto. Son signos icónicos: Los cuadros, las esculturas figurativas, las fotografías, los dibujos animados, las caricaturas, las onomatopeyas o imitaciones del sonido, mapas, planos, gráficos que visualizan proporciones. Evidentemente la iconicidad es cuestión de grado: una fotografía en color de un gato es más icónica que una silueta esquemática del mismo.
Símbolos:
Son signos arbitrarios, cuya relación con el objeto se basa exclusivamente en una convención. El símbolo no tiene por no parecerse ni guardar relación con lo que designa. Los alfabetos, la anotación clínica, los signos matemáticos, las banderas nacionales. A esta categoría pertenece el signo lingüístico.
Peirce señala que la clasificación no es excluyente. Considerado desde diversos puntos de vista, un signo puede pertenecer a la vez a más de una de estas categorías.
Ej: Las huellas dactilares son índices (guardan relación real con la yema
del dedo que las produjo) y a la vez son iconos (reproducen exactamente
sus estrías), si una agencia de detectives la escoge o la utiliza como emblema
comercial, será además el símbolo de la agencia.
Al margen de la clasificación de Pierce, un signo puede ser: motivado (su elección tienen alguna razón de ser, es decir, hay una relación objetiva entre signo y referente), la cruz como símbolo del cristianismo es motivado o puede ser también inmotivado (cuando no hay ninguna relación objetiva entre signo y referente), el signo de la suma(+) como símbolo de la suma es inmotivado.
- EL SIGNO LINGÜÍSTICO.
Se presenta con características propias, las cuales requieren un más detallado desarrollo. En él se da la no-analogía del símbolo y además puede descomponerse y analizarse en unidades situadas a diferentes niveles.
De todas las clases de signos el lingüístico es el más importante. Existen dos formas de representar convencionalmente el signo que, sin ser contradictorias, corresponden a
enfoques diferentes.
Existe como vemos en estas dos representaciones discrepancias a cerca de que si debe incluirse o no incluirse el referente en el concepto de signo.
Los partidarios de la no-inclusión (Saussure) argumentan entre otras cosas, que hay signos que carecen de referente.
Ej: ¿Cuál es el referente del signo mas de la suma?
Los partidarios que consideran necesario mantener el referente (Ogden, Richards, Pierce) lo incluyen, y le responden a Saussure:
Hay dos clases de signos, los que se refieren a cosas y los que se refieren a relaciones: el concepto de referente se aplica solo a los primeros.
El referente abarca no solo el mundo real "sino cualquier universo posible". Ej: El centauro no existe en el mundo real pero podemos imaginarlo en un mundo de ficción.
El referente no tiene por qué ser un objeto material: el referente de justicia por ejemplo esta en las acciones justas que tienen lugar.
Siguiendo a Saussure el signo lingüístico consta de una parte material o significante y de otra inmaterial o significado, ambas están recíprocamente unidas. Saussure lo definía como una entidad psíquica de dos caras: el significante esta constituido por la sucesión inmutable de sonidos (fonemas) que lo constituyen (o de letras en la escritura). El significado es lo que el significante evoca en nuestra mente (el concepto) cuando lo oímos o leemos.
- Principios del signo.
1º. La arbitrariedad: El signo lingüístico es arbitrario, inmotivado. La relación que existe
que existe entre el significante y el significado no es necesaria si no convencional. Así el concepto que expresa la palabra casa (significado) no tiene ninguna relación natural con la secuencia de sonidos [ kása ] (significante); La asociación es el resultado de un acuerdo tácito entre los hablantes de una misma lengua. La prueba esta en que en otras lenguas diferentes se emplean palabras totalmente distintas para referirse al mismo concepto (House, inglés; Maison, francés).
2º. Carácter lineal del significante: El significante se desarrolla en el tiempo y en el espacio; los significantes acústicos se presentan uno tras otro y forman una cadena.
3º. La mutabilidad e inmutabilidad del signo: El signo desde un punto de vista diacrónico (estudio de la evolución a través del tiempo) puede cambiar o incluso desaparecer, por eso puede ser mutable. Ahora bien, desde el punto de vista sincrónico (estado en un momento determinado) el signo no puede cambiar, no puede modificarse, es inmutable.
4º. La doble articulación del signo: La primera articulación descompone el signo en monemas, son unidades mínimas que poseen significante y significado. En la segunda articulación, cada monema se articula a su vez en su significante en unidades más pequeñas carentes de significado, los fonemas. Los fonemas son pues, las unidades mínimas de la segunda articulación que poseen significante, pero no significado.
Lob / o s/a s L / o / b / o
Monema. Monema . Fonemas.
La importancia que tiene la doble articulación es la posibilidad de crear infinita
s- LAS FUNCIONES DEL LENGUAJE
Ya desde Platón se había señalado que: "El lenguaje es un instrumento para comunicar uno a otro algo sobre las cosas". En todo acto de comunicación el lenguaje entra en contacto con los diferentes elementos que forman el esquema de la comunicación. Así el filósofo alemán Bühler dice que el lenguaje es un órgano que sirve para comunicar uno a otro sobre las cosas; partiendo de este esquema tripartito, analiza Bühler la relación que el mensaje guarda con estos elementos básicos y así, establece tres funciones básicas:
A----Los recursos lingüísticos característicos de esta función serían:
entonación neutra, el modo indicativo, la adjetivación específica y un
léxico exclusivamente denotativo.
Ej: "La pizarra verde"
B------La función representativa Bühler o referencial Jachobson: es la base de toda comunicación; define las relaciones entre el mensaje y la idea u objeto al cual se refiere. El hablante transmite al oyente unos conocimientos, le informa de algo objetivamente sin que el hablante deje translucir su reacción subjetiva.
Los recursos lingüísticos son: Adjetivación explicativa, términos
denotativos, modo subjuntivo.
Ej: "Mi pobrecita mama esta malita"
" ¡Qué alegría! "
C-----La función expresiva o emotiva: es la orientada al emisor; define las relaciones entre el emisor y el mensaje. Expresan la actitud del emisor ante el objeto; a través del mensaje captamos la interioridad del emisor, se utiliza para transmitir.
1. Los recursos lingüísticos son: Vocativos, imperativa, oraciones
interrogativas (utilización deliberada de elementos adjetivos
valorativos, términos connotativos, pero siempre que todo esto este
destinado a llamar la atención del oyente)
Ej: " ¡Pepe, ven aquí! "
Jackobson introdujo en este esquema tres funciones más:
D-----Función apelativa Bühler o conativa Jachobson: define las relaciones ente el mensaje y el receptor; esta centrada en el receptor. Se produce cuando la comunicación pretende obtener una relación del receptor intentando modificar su conducta interna o externa. Es la función del mandato y de la pregunta.
Recursos lingüísticos: Los de literatura (metáforas, hipérboles...)
Ej: Frases hechas, Metáforas, frases poéticas.
"En Abril aguas mil"
"El tiempo vuela"
"Rexona nunca te abandona"
A----{b} -----Función poética o estética: se define la relación del mensaje con él mismo. Esta función aparece siempre que la expresión utilizada atrae la atención sobre su forma. Se da esencialmente en las artes donde el referente es el mensaje que deja de ser instrumento para hacerse objeto (el mensaje tiene fin en si mismo). Generalmente se asimila esta función a la Literatura, pero se encuentra también en el lenguaje oral y cotidiano.
Ej: "El tipico Si..., si..., si... del teléfono"
"Formulas de cortesía, Hola, Adiós, Buenos días..."
"Muletillas, Eh..., eh...."
"La charla intranscendente en el ascensor con un vecino"
B---{b}----Función fática: Es la función orientada al canal de comunicación, su contenido informativo es nulo o muy escaso: La función fática produce enunciados de altísima redundancia. Su fin es consolidar detener o iniciar la comunicación. El referente del mensaje fático es la comunicación misma. Constituye esta función todas las unidades que utilizamos para iniciar, mantener o finalizar la conversación.
C----{B}---Función Meta lingüística: es la función centrada en el código; Se da esta función cuando la lengua se toma a si misma como referente; es decir, cuando el mensaje se refiere al propio código. Cuando utilizamos el código para hablar del código. En la función meta lingüística se somete el código a análisis: La gramática, los diccionarios, la lingüística utilizan la función meta lingüística.
Ej: "Las clases de lengua" "Buscar una palabra en un diccionario"
Todas estas funciones pueden concurrir simultáneamente, mezcladas en diversas proporciones, y con predominio de una u otra según el tipo de comunicación.
REFERENTEF.referencial
Palabras huecas: el silencio de un mensaje
-“Este año tu rendimiento ha sido excelente: por el número de clientes obtenidos y también por los beneficios netos que tu gestión ha proporcionado a la empresa. Sólo nos parece que debes cuidar más la atención de los antiguos clientes: en ocasiones -concretamente en la última entrevista con el Sr. McGregor- eres demasiado directo, y pensamos que debes mimar a esos clientes, pasando por alto sus impaciencias y disgresiones, aunque resulten impertinentes... También estamos satisfechos por la confianza que has sabido generar entre tus compañeros (el ambiente grato a tu alrededor facilita que todos se impliquen más en el trabajo). Por estas razones nos gustaría contar contigo el próximo año para afrontar este reto: abrir mercado en...”
[Era una reunión con los directivos de tu empresa. El jefe ha estado generoso en sus apreciaciones. Y los consejeros allí presentes iban asintiendo con la cabeza a todo lo que él decía. También tú, mientras esbozabas una media sonrisa, pues agradeces que valoren tus esfuerzos durante este año. Sin embargo, la conversación del jefe y tu pensamiento se encontraban en planos diferentes: no hay contacto entre su alma y la tuya (preocupado ahora por otros asuntos ajenos al trabajo). Y tampoco parece que pueda haberlo en esas circunstancias: una reunión de trabajo para analizar tu rendimiento laboral. Por eso, a pesar de su sinceridad y cordialidad, las palabras pronunciadas por tu jefe son para ti palabras huecas...]
-“¡Qué bien has hecho este arreglo! Si no es por ti... tenemos mal la cerradura durante todo el año. ¡Eres un máquina! ¿Verdad que Javier es un máquina?”, pregunta con retórica tu hermana mayor a tus hermanos y a dos primos tuyos que han venido ese día por casa. Y a continuación añade: -“Tienes que descansar: ¿por qué no vienes con nosotros a la tienda de música? A continuación pensábamos acercarnos por la Valenciana para tomar un helado...
[Te sonríes y los acompañas. Sin embargo, las alabanzas sinceras y amables de tu hermana no han calado en tu alma. Ha alabado tu persona, sí, pero por algo externo: un arreglo difícil. Y ha sido tu habilidad la que ha impresionado –“¡qué máquina!”- a todos en casa. A ti, por el carácter tímido que tienes, no te gusta ser el centro de las conversaciones: y esos comentarios amables con tópicos acerca de tu habilidad manual te llevan incluso a pasarlo mal. En realidad, las palabras de tu hermana han sido un chorro de agua fresca para tu alma, porque pasas por un momento de agobio, de turbación interior. Pero en esas circunstancias tu corazón es duro e impermeable como el pedernal: una corriente de agua helada sólo consigue aliviar por unos momentos tu acaloramiento interior. Necesitarías más bien meter la piedra de tu corazón en un cubo de agua helada durante mucho tiempo para sentir un alivio duradero. Te vendría bien ese alivio. Pero los de tu familia tienen prisas -¡y estamos de vacaciones!-, quieren hacer muchas cosas y por eso... las palabras de tu hermana y la aprobación de tus hermanos y primos pasan como una riada de agua fría, del deshielo, que... te refrescan por fuera pero no alivian tu acaloramiento interior. Vuelves a encontrarte con palabras huecas...]
-“¡Hola, cariño!” (llega tu mujer del trabajo). -“Te he traído el periódico. ¿Has podido comprar lo que te pedí en el supermercado?”
-“Sí”, respondes enseguida, “está en la nevera”.
-“¡Gracias! ¡Hay que ver qué calor hace hoy!”, exclama ella... -“Anda, ayúdame con esto que se me cae”, prosigue mientras intenta bajar una botella de aceite de la parte alta del armario.
-“Voy a ir poniendo la mesa antes de que lleguen los chicos del colegio”, dices cuando empiezas a preparar platos y cubiertos...
[En esa conversación alegre y desenfadada que se repite -con matices- un día y otro no queda lugar para el diálogo personal. Ahí no salen las preocupaciones y alegrías que quizá han germinado en tu alma tras una mañana de trabajo, o después de muchos días, meses, años... Las cosas van bien en casa, pero a veces no puedes borrar de tu mente la impresión de que sólo se trata de un diálogo exterior, de palabras huecas...]
¡Qué día tan hermoso! Brilla el sol. La pasada primavera, muy lluviosa, ha dado paso a una vegetación abundante que luce innumerables tonalidades de verde. Además está el mar: allá al fondo... Hace mucho tiempo que no has disfrutado de la playa: porque en bastantes sitios te sentirías incómodo por la forma de “vestir” (de no-vestir) de gente poco pudorosa; pero también porque no soportas el calor. Sin embargo, el mar está inconmensurable (sobre todo cuando las olas rompen con fuerza sobre las rocas situadas a un extremo de la playa). La brisa fresca del mar hace que la temperatura resulte “perfecta”: te sientes como en el paraíso...
[Tanta perfección que llega a través de los sentidos te habla sin parar. Te habla de la felicidad. Te habla de Dios, de las perfecciones de Dios. Pero te habla de Él, de cómo es, de una forma “impersonal”, y tú no intervienes en esa conversación. Tan sólo escuchas -miras- “desde fuera”, sin que tu alma se vea implicada en un diálogo verdadero, personal... Son palabras, sí, pero para ti no dejan de ser palabras huecas...]
Palabras llenas: el mensaje de un silencio
Llegas a casa después de un día “tormentoso” y agitado en el trabajo. Hace tiempo acordaste con tu mujer -también trabaja fuera de casa- que tú te ocuparías de la limpieza y ella de la cocina (¡por la buena alimentación de todos!...), antes de que los chicos regresen del instituto. Son las tres menos cuarto y, sin ganas, escoba en mano, emprendes tu tarea...
Entonces aparece Laura: -“¡Hola, cariño! ¿Qué tal todo?” Y te da un par de besos. –“¡Bien!”, respondes tú de forma rutinaria mientras reanudas tu tarea...
No sé qué tienen las mujeres pero enseguida intuyen los problemas cuando algo va mal. Así que Laura, sin decir nada, en lugar de preparar la comida te quita la escoba y -entre bromas- te obliga a sentarte en el sofá. Ella se sienta a tu lado, vuelve a besarte y dice: -“¡Vamos a charlar un rato!, antes de que vengan los niños... Nunca tenemos tiempo y me gustaría hablarte de algo que me ha sucedido esta mañana...
Laura cuenta entonces un suceso de poca importancia de su trabajo por el que se ha generado una discusión y te “obliga” a ayudarla con tu consejo: -“Tienes razón, ahí se equivocó tu jefe porque...” Y enseguida añades: -“¡Yo sí que he tenido un problema gordo en el trabajo!...” Ella te escucha con interés y tú... empiezas a desahogarte: ¡Cuántas preocupaciones acumuladas que no habías comentado a nadie!... Al terminar, Laura te da un cachete cariñoso y otro beso.
[Tu mujer no ha tenido que decirte nada porque es preciso esperar un tiempo para que el problema -grave- se solucione, y tú has hecho ya todo lo que estaba en tu mano para resolverlo. Sin embargo, ahora tu problema “pesa” menos. Te parece más ligero, llevadero, porque tu mujer te ha escuchado y lo ha cargado sobre sus hombros...
Estás más tranquilo. Vuelves a barrer el suelo, ya sonriente, y Laura se va a la cocina. Ese día -han llegado ya tus hijos- empezaréis a comer un poco tarde. –“¡Qué buena es!”, piensas. -“Sin decir nada: tan sólo escuchando, mirándome...” en un silencio lleno de contenido y de diálogo: son palabras llenas...]
Nunca antes habías sentido tanta tensión en el trabajo. Es verdad que sólo llevas dos años dando clases y te faltan aún recursos que -por su experiencia- sí tienen otros compañeros cuando hay que “capear” situaciones difíciles en el aula. Prefieres no pensar en lo que sucedió hace tres días. Por un momento tuviste complejo de ser “monigote”: una especie de “profesor-payaso” de quien tus alumnos se reían por dentro mientras les hablabas “seriamente”...:
Habías reprendido con severidad un comentario gravemente irrespetuoso que en realidad... ¡no se había producido! (pero que tú habías imaginado como real y que habías identificado como un mote humillante). Y conseguiste justo lo contrario: ahora esa falta de respeto es real, ahora sí que -por lo bajo- se burlan de ti y careces de autoridad...
Varios compañeros te han dado consejos acertados sobre cómo actuar en una situación semejante, sobre cómo ser prudente, e incluso sobre los recursos que tienes para que nunca se produzca una falta de respeto real dentro del aula. Pero nada de eso te ayuda a aliviar el desasosiego que sientes... (-“¡Yo no sirvo para esto!”, repites una y otra vez por dentro...)
Al final de la mañana, antes de la última clase, te has cruzado con Javier. Es el profesor de Educación Física. Lleva más tiempo que tú en ese Centro y en la Enseñanza. Y es un buen amigo. Cuando te ha visto ha adivinado el tormento interior que estás pasando y te ha dicho: -“¡Oye, tenemos que tomarnos esas cervezas que me debes!... ¿Te viene bien al terminar las clases?” Y tú, ni sí ni no... al acabar esa clase te has dirigido al bar.
También a Javier le has contado todo. Con más detalle que a los otros profesores: es un verdadero amigo y te inspira confianza. Él no te ha dado soluciones estereotipadas. Sólo ha escuchado en silencio lo que le contabas y después, con una media sonrisa de complicidad te ha preguntado: -“Juan, ¿cómo te sientes?...” –“¡Soy un mierda! Yo no sirvo para esto...”, ha sido tu respuesta.
La conversación se ha prolongado. Has aireado los sentimientos nauseabundos sobre tu capacidad que iban fermentando en tu interior... Javier no te ha dado recetas. Pero sí te ha contado una situación parecida por la que él atravesó y a pesar de eso... ¡ahí sigue! Para terminar, antes de despediros, ha apoyado una mano sobre tu hombro y te ha dicho: -“¡Ánimo! ¡Sí que vales!”
[Han sido pocas sus palabras. Pero su interés por saber cómo te sentías... la posibilidad de compartir confiadamente el sentimiento de desprecio hacia ti mismo que iba creciendo... la mirada de comprensión... el saber que no estás sólo y que otros han pasado por dificultades y sentimientos parecidos...
Nada se ha arreglado externamente tras esa conversación, pero vuelves a sentirte bien. ¡Qué frágil eras y qué solo te encontrabas! Sin embargo, ¡cuánto te ha ayudado ese buen amigo! Sus breves palabras, su compañía -la mujer y los hijos de Javier estarían esperándolo como siempre para almorzar ese día-, su silencio, su mirada y su sonrisa de apoyo... han sido palabras llenas de sentido para ti...]
Aquel 19 de agosto por la tarde conociste también a un muchacho de Madrid que se había “instalado” junto a vosotros en Tor Vergara (donde se celebraba la XV Jornada Mundial de la Juventud). Hablasteis mucho. Cuando se acercaron las 9 de la noche (hora de llegada del Papa) os acercasteis a una de las calles que -como una red cuadriculada- dividían el Campus Universitario de Roma. Lo hicisteis con la esperanza de que Juan Pablo II pasase por allí (igual que los miles de jóvenes que se situaron en esa zona). Coincidisteis entonces con un chico y una chica franceses que deseaban ver al Papa. Tendrían unos veinte años o poco más. En francés os comentaron que habían estado el año 97 en la JMJ que tuvo lugar en París y deseaban acompañar al Papa. Eran muy entusiastas y comentaban que su encuentro con Juan Pablo II les había marcado interiormente. Habían venido con otros jóvenes en autobús desde París. No sabes si eran amigos, hermanos o novios. Él se llamaba Xavier.
Cuando el Papa llegó a Tor Vergata y empezó a recorrer el Campus en el papamóvil, su imagen fue recogida en las pantallas gigantes. En ese momento te giraste hacia Xavier para hacerle un comentario y... no le dijiste nada: con los ojos cerrados y las manos cruzadas delante de su cara se había puesto a rezar con todas sus fuerzas nada más ver la imagen del Papa, que ya estaba cerca de vosotros. Te emocionó verlo así: ¡cuánto quería a Juan Pablo II ese muchacho alegre y -según pensabas hasta ese momento- un poco alocado!... Te dio una lección que ya no ibas a olvidar. Esa imagen de Fe no se borraría más de tu memoria...
Lamentaste no haberle pedido entonces sus datos -su dirección-, pues pensabas ingenuamente que volveríais a veros por ese sector del Campus cuando terminase la Vigilia de Oración. Sólo sabes que se llamaba Xavier. Desde entonces -han transcurrido 8 años- rezas frecuentemente por Xavier Thuram (así lo llamas porque desconoces su apellido y en aquel momento llevaba una camiseta de la selección francesa -que acababa de ganar la Eurocopa- con el nombre de ese jugador). Él no sabe hasta qué punto te ayudó con su ejemplo en ese breve encuentro y nunca has podido agradecérselo...
[En realidad no fue Xavier quien te habló con elocuencia por medio de su gesto, sino el mismo Dios: ¡Qué cosas te dijo!... ¡Qué dardo tan certero clavó en tu alma, y ya nunca cerrará la herida!... Y el diálogo después de aquel encuentro inolvidable se prolonga a lo largo de semanas, de meses, de años...: son -verdadera oración- palabras llenas...]
Basado en articulos de.
Fernando del Castillo del Castillo y Marta Cecilia Fleitas montes
Con la colaboracion de Jesus Vallle martin / Elena del Hollo / y Fernando Gomez Serin Marbella, 27 de agosto de 2008
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